Plotino de Licópolis (205-270)

Plotino es una figura intelectual de importancia suprema para comprender la evolución de las mentalidades filosófico-religiosas de la Antigüedad Tardía.

Plotino nació entre el mes de septiembre del año 204 y agosto de 205 en Licópolis, actual Asiut —en el Alto Egipto, a unos 360 kilómetros del Delta—. Esta ciudad egipcia era la capital del decimotercer nomo en el seno de la llamada Tebaida, el área más al meridión de país del Nilo. Una zona de constante tráfico comercial con los oasis de occidente a través de las conexiones que proporcionaba la infraestructura viaria romana. Un dato, el de su procedencia, proporcionado por la escueta noticia de Eunapio de Sardes (Eun VS 3.1) y que, después, confirma la Suda (Π.1811). La fuente más directa de información que disponemos, su discípulo y biógrafo Porfirio de Tiro, decidió guardar un silencio pitagórico sobre dicha cuestión; este, como no podía ser menos, se mantuvo leal a la posición de su maestro según la cual «no podía soportar hablar sobre su descendencia, ni sobre sus padres, ni sobre su patria» (Porph. plot. 1.3-4), aunque afirma que aquel «no le contó a nadie ni el mes en que nació ni el día, tampoco sacrificaba ni celebraba un banquete en el día de su cumpleaños» (Porph. Plot. 2.37-40).

Plotino creció en una familia acomodada. Así lo sugieren en buena medida las posibilidades de formación intelectual con las que contó. Fue un egipcio helenizado, es decir, recibió una educación al estilo aristocrático griego (παιδεία). En primer lugar, un γραμματιστής —o γραμματοδιδάσκαλος como lo denomina el propio Porfirio (Plot. 3)— le instruyó en las primeras letras griegas, su lengua nativa. A ello le seguiría la etapa secundaría con el γραμματικός, quien le hubo de introducir en un aprendizaje más sistemático del idioma y en la lectura de los clásicos; paralelamente se aplicaría a la realización de ejercicios atléticos y, tal vez, tuviera algún ligero acercamiento al oficio de las armas. En cuanto al lugar físico al que acudiría para ser instruido, probablemente se tratase de casas privadas, incluso podría haber sido la de su propia familia.

Respecto a su infancia, Porfirio tan solo nos deja un sucinto apunte acerca de su tardío alejamiento de su nodriza (Porph. Plot. 3.2-5), lo que ha sido interpretado como de tipo ético o moral subrayando un hito trascendental de su formación espiritual. Nos hallaríamos, concretamente, ante el inicio de su uso de razón.

Nada más sabemos de Plotino hasta veinte años después (ca. 232), momento en el que, ya en plena madurez, sintió la llamada de la filosofía. En aquel momento experimentó la iniciación de su alma en un sistema platónico cuya sincretización tardoantigua iniciara su maestro Amonio Sacas y que contribuyera a sistematizar el propio filósofo licopolitano (Porph. Plot. 3). Once años permaneció en la escuela de Amonio en Alejandría (ca. 232-243). Al punto, probablemente tras la muerte de su maestro en 243, bien con motivo de su afán por las sabidurías orientales o como objeto de conseguir medio y forma de alcanzar Roma, se incorporó a la expedición contra los persas que encabezó el emperador Gordiano III (238-244) en la primavera de ese mismo año. Sea como fuere, tras sobrevivir al estrepitoso fracaso de la campaña, Plotino alcanzó Antioquía, y desde allí no tardó en embarcarse hacia la Vrbs donde se instalaría en el verano del año 244 (Porph. Plot. 3).

En la capital imperial Plotino dio comienzo con las reuniones (συνουσίαι) de su propia escuela de filosofía. Empleó como sede la domus de uno de sus contactos en la ciudad y, a la sazón, benefactora, de nombre Gémina (Porph. Plot. 9). Este detalle habla por sí mismo de las relaciones de la familia y el entorno de Plotino con la élite romana. A los tres años (ca. 247) se integró en las mismas Gentiliano Amelio, que enseguida pasaría a formar parte de su círculo más íntimo, el cual no abandonaría hasta el verano de 269. Durante los diez primeros años de estancia en Roma, Plotino se dedicó a mantener un estilo de reuniones académicas análogo al de su maestro Amonio en Alejandría, esto es, ágrafo y puramente dialectal. A partir de 253 comenzó a dejar constancia por escrito bajo la forma de tratados filosóficos en lengua griega —como era natural en un filósofo de la época— de su sistema doctrinal (Porph. Plot. 3). Unos escritos que, después de su muerte, serían editados y organizados en seis grupos de nueve, las Enéadas, por Porfirio de Tiro. Este último, que se convertirá en su biógrafo y principal editor, arribó a la urbe tardíamente, en el verano de 263, y se presentó como oyente en su casa. Y allí permaneció junto a su nuevo maestro hasta que le obligara el propio Plotino a causa de una profunda depresión en 268 (Porph. Plot. 4).

La vida de este sabio y afable platónico en Roma transcurrió sin más sobresaltos que los de cualquier maestro de educación superior de la Tardoantigüedad. Si bien su sencillo modo de vida, sustentado en unas pocas horas de sueño (Porph. Plot. 8) y en una dieta vegetariana frugal (Porph. Plot. 8, 2), gozó de tremenda popularidad —llegando a ser depositario de testamentos (Porph. Plot. 9)— tanto entre la clase civil como en la política (Porph. Plot. 9). Además, a pesar de la época tan convulsa que le tocó vivir, no solo no se ganó ningún enemigo, sino que llegó a contar con senadores e incluso esporádicamente con el propio emperador Galieno y su consorte Salonina entre, cuando menos, su círculo de oyentes (Porph. Plot. 7).

Finalmente, a los achaques de una gradual pérdida de visión (Porph. Plot. 1, 8) y a los periódicos padecimientos de colon —a lo que no ayudó su rechazo a determinados tratamientos médicos por su procedencia animal—, se le unió e hizo decisiva la contracción de una aguda infección en plena plaga de peste en la capital. Esta le obligó a abandonarla (ca. 269) y le provocó finalmente la muerte entre julio y agosto de 270 (Porph. Plot. 2).

MARCO ALVIZ FERNÁNDEZ

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Cita

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