Dionisio Areopagita

Dionisio el Areopagita – frecuentemente llamado «Pseudo-Dionisio» – es el nombre de pluma de un autor desconocido de finales de siglo V, principios de siglo VI, cuya verdadera identidad es todavía objeto de debate y sin solución unánime, a pesar del esfuerzo de grandes estudiosos y la multitud de propuestas razonadas.

Sus obras se recogen en el denominado Corpus Dionysianum (= CD) compuesto por cuatro tratados: Περὶ τῆς οὐρανίου ἱεραρχίας (De coelesti hierarchia), Περὶ τῆς ἐκκλησιαστικῆς ἱεραρχίας (De ecclesiastica hierarchia), Περὶ θείων ὀνομάτων (De divinis nominibus), Περὶ μυστικῆς θεολογίας (De mystica theologia) y diez epístolas. Por menciones internas al CD, tenemos noticia de la autoría, atribuida al Pseudo-Dionisio, de otras siete obras que naturalmente no sabemos si son reales o ficticias: Θεολογικαὶ ὑποτυπώσεις (Elementos de teología), Συμβολικὴ θεολογία (Teología simbólica), Περὶ ἀγγελικῶν ἰδιοτήτων καὶ τάξεων (Acerca de las propiedades y ordenes angélicos), Περὶ δικαίου καὶ θείου δικαστηρίου (Acerca del justo y divino Juicio), Περὶ ψυχῆς (Acerca del alma), Περì τῶν νοητῶν καὶ αἰσθητῶν (Acerca de lo inteligible y lo sensible), Περì τῶν θείων ὕμνων (Acerca de los himnos divinos).

Los personajes históricos que se identificaron bajo el mismo nombre y que a lo largo de los siglos se confundieron intencionalmente, son al menos tres: el primero, en orden cronológico, es el “Dionisio” mencionado en los Hechos de los apóstoles (17:34), magistrado ateniense y convertido al cristianismo tras asistir a la predicación de Pablo de Tarso en el Areópago de Atenas (de donde viene el apodo “Areopagita”). Según Eusebio, él fue el primer obispo de Atenas (Hist. Ecl. III, 4, 10; IV, 23, 3). El segundo “Dionisio” fue un mártir de origen italiano (siglo III), decapitado en París y venerado como el patrón de la ciudad. Por último, el tercer “Dionisio” es un filósofo neoplatónico, alumno de los últimos maestros paganos de la escuela de Atenas, cuya elección de escribir bajo este seudónimo, imitando al primer obispo de Atenas, tuvo consecuencias incalculables en la historia intelectual de Europa.

Considerando que, al menos hasta el 1457, fecha en la que Lorenzo Valla por primera vez puso en duda su identidad (le seguirá Erasmo en 1504), se puede constatar cómo, durante mil años, el Pseudo-Dionisio fue considerado una de las auctoritates del más alto nivel (a menudo se le atribuye el epíteto de “divino” o “sagrado”), tanto por parte de la tradición latino-occidental, como por parte de la tradición greco-oriental.

En la tradición latina, el estallido del interés por el Areopagita tiene una fecha concreta: en el 827 una embajada bizantina lleva a la corte de Luis I el Piadoso, Ludovico Pío, algunos manuscritos del Areopagita, como regalo por parte del Emperador Bizantino Miguel III; Luis encargará la primera traducción a Hilduino, abad de Saint-Denis, el cual compondrá también la primera biografía de este personaje ya mítico, repleta de leyendas.

Debido probablemente a la que pronto se llamó «una traducción bárbara» del CD, Carlos el Calvo encargará una nueva versión a Juan Escoto Eriugena; será gracias a ésta última versión – además de merced a los comentarios monográficos sobre los tratados de Dionisio y también de la obra propia del gran filósofo irlandés, el De Divisione Naturae, muy influenciada por autor griego – que la fama del CD llegará a su apogeo. Unos siglos más tarde, el Abad Suger modelará su política y estética, cuyo ejemplo más representativo es indudablemente la primera catedral gótica surgida a las afueras de París, precisamente en la localidad de Saint-Denis, según los dictámenes de la estética de la luz del CD. Un dato considerable que da cuenta de su importancia para los pensadores del Occidente latinoa es la presencia de unas 1760 referencias al CD en la Suma Teológica de Tomás de Aquino, además de los comentarios que el Aquinate le dedica en otras ocasiones.

Sin embargo, es en la tradición bizantina donde el Areopagita asume una importancia difícilmente comparable con la de otros pensadores, filósofos o teólogos, hasta el pensamiento ortodoxo de nuestros días.

Mientras que para el redactor de la enciclopedia bizantina Suda (así como para todos los que hoy en día siguen abogando la autenticidad del CD), hayan sido los filósofos paganos de Atenas, como Proclo y Damascio, quienes habrían plagiado a Dionisio (ya que Suda, naturalmente, identifica al autor del CD con el Dionisio de los Hechos), en los últimos dos siglos la crítica filológica y filosófica propuso un gran número de candidatos como posibles autores detrás de este seudónimo; entre ellos, se pensó en los grandes Padres de la Iglesia (o en algún alumno suyo), como Basilio de Cesarea o Gregorio de Nisa, así como en Sergio de Rasaínas, el traductor del CD al siríaco, o también en nombres de filósofos paganos como Amonio Sacas o, incluso, Damascio, último maestro de la Academia neoplatónica de Atenas, con todo lo que una hipótesis de este calibre conllevaría.

Es significativo del papel activo que jugaron las ideas del pseudo-Dionisio en la formación de los dogmas cristianos el hecho de que la primera mención a su nombre esté atestiguada en medio del debate sobre el monofisismo, concretamente en una carta del patriarca monofisita Severo de Antioquía. El debate sobre la datación de estos documentos determinaría también la fecha de la obra del Areopagita (según Roque – uno de los estudiosos más importantes del pseudo-Dionisio – podría ser fechada alrededor del 525). Sin embargo, a partir de estos intentos de apropiación del nombre de Dionisio por parte de los monofisitas, con el objetivo de fundamentar sus posiciones teóricas, empieza también la «contraofensiva nicena». Leoncio de Bizancio (siglo VI), es quizás el primer gran autor ortodoxo en tratarle de manera sistemática; sin embargo, dicho proceso culminará en los extensos comentarios de Máximo el Confesor (siglo VII) gracias a los cuales el Areopagita adquiere una legitimación ortodoxa, nunca más cuestionada, al menos en el Oriente cristiano.

Durante los años siguientes, su nombre aparecerá en todos los escritos de los grandes autores bizantinos, como la máxima autoridad en defensa de la ortodoxia, especialmente en tiempos de graves crisis intelectuales, sociopolíticas y doctrinales; así harán en los tiempos de la iconoclasia (siglos VIII-IX) Juan Damasceno, Teodoro Estudita y Focio; más tarde, Simeón el Nuevo Teólogo, su alumno Niceta Estetatos; y durante el último periodo de la historia bizantina, Gregorio Palamás y Nicolás Cabasilas, en ocasión de las disputas hesicastas. Después de la caída de Constantinopla, la fecha más importante en la recepción del Areopagita podría ser indicada en el año 1782, año de la primera edición de la Philokalía, cuyas páginas abundan de referencias a sus obras. Incluso en nuestros días, los pensadores ortodoxos mantienen lazos muy estrechos con el CD. Destaca su importancia en la obra de los grandes rusos del siglo XX, como Pavel Florensky, Vladimir Lossky o Leonid Uspensky; merece la pena recordar el trabajo del filósofo griego Ch. Yannarás, donde se subraya la presencia de la diferencia ontológica heideggeriana, ya en la teología negativa del Areopagita.

Hay que mencionar también la sorprendente recepción del Areopagita en la cultura artística del siglo XX, pues según la leyenda fomentada por H. Ball, el movimiento dadaísta se habría apropiado de su nombre duplicando las iniciales del mismísimo Dionisio Areopagita (D.A.D.A). En esta dirección de renovado interés y de crítica de la actualidad, la doctrina pseudo-dionisiana llega al presente con estudios comparativos como el de M. Walton sobre Lyotard y el Areopagita, o gracias a estudios de estética y cultura visual, como la exitosa monografía de Didi-Huberman sobre la influencia del Areopagita en la pintura del Fra Angelico, centrada sobre el concepto de «desemejanza figurativa», o también el reciente volumen colectivo de F. Dell’Acqua y S. Mainoldi, sobre la presencia de su doctrina en la cultura visual cristiana.

HARIS PAPOULIAS

La edición crítica del Corpus Dionysiacum, está publicada en dos volúmenes por la editorial De Gruyter (Berlin 1990-91).

Band 1: Pseudo-Dionysius Areopagita. De Divinis Nominibus, edición de Beate Regina Suchla, 1990.

Band 2: Pseudo-Dionysius Areopagita. De Coelesti Hierarchia, De Ecclesiastica Hierarchia, De Mystica Theologia, Epistulae, edición de Günter Heil and Adolf M. Ritter, 1991.

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Die Dionysius-Rezeption im Mittelalter. Internationales Kolloquium in Sofia vom 8. bis 11. April 1999. T. Boiadjiev, G. Kapriev, A. Speer (eds), Tournhout: Brepols, 2000.

DELL’ACQUA, F. y MAINOLDI, S. (ed.), Pseudo-Dionysius And Christian Visual Culture, c.500–900. Palgrave Macmillan, 2020.

DIDI-HUBERMAN, G., Fra Angelico, Dissemblance et figuration, Paris: Flammarion, 2009.

LOSSKY, V., Essai sur la théologie mystique de lÉglise d’Orient, Paris: éd. du Cerf, 19441

Théologie négative et connaissance de Dieu chez Maître Eckhart, Paris: Vrin, 1998

Vision de Dieu, éd. Delachaux & Niestlé, 1962.

MAINOLDI, S., Dietro ‘Dionigi l’Areopagita’. La genesi e gli scopi del Corpus Dionysiacum. Roma: Città Nuova, 2018.

MAKRIYANNIS, D., Ἡ γνησιότητα τῶν ἔργων τοῦ Διονυσίου Ἀρεοπαγιτη, Αθήνα: Εσοπτρον, 2017.

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Cita

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